
¿Qué es para ti viajar?
Viajar es la mejor inversión que puedo hacer en mí misma. En cada viaje cruzo una puerta mágica que me lleva a otro mundo desconocido y me permite vivir vidas completamente diferentes. Durante esos días puedo convertirme en nómada en el desierto, sentirme como un monje budista en las montañas o viajar al Cinquecento italiano.
Viajar tiene un poder que ya quisiera cualquiera de los súper héroes del momento, el poder de estirar el tiempo como un chicle. Los minutos se multiplican por mil ya que acumulas más experiencias, descubres lugares que jamás había visto antes, pruebas comidas diferentes, aprendes de geografía, de historia, de religiones, de costumbres, del mundo y de ti mismo. ¡Quince días de viaje equivalen a uno o dos años de vida rutinaria!
Para mí, viajar es como volver a nacer de nuevo. Es quitarme miedos y despojarme del responsabilidades para centrarme en lo más importante: vivir el momento.
¿Cuándo descubriste que tenías el Gen B?
Todos llevamos el gen B, esa necesidad que te impulsa a salir de tu zona de confort, de tu caverna, va marcada en nuestro ADN. Somos exploradores por naturaleza.
Siempre he tenido curiosidad por descubrir qué paisajes existían más allá de mi casa, cómo vivían en otros lugares del planeta y cómo lo habían hecho en el pasado.
Por suerte, la curiosidad no mató al gato sino que me empujo a estudiar Historia en la Universidad de Navarra, algo que ha marcado la forma en la que veo el mundo. He viajado mucho desde que era una niña pero Tailandia, el primer gran choque con otra realidad diferente, fue el que despertó el gen y esta enfermedad incurable que me incita a viajar continuamente.
Ese cuño en el pasaporte supuso un antes y un después en mi vida. El país de la eterna sonrisa sacó a mi gen B de su letargo y espero que jamás vuelva a dormirse. ¡Ni una cabezadita!
