Bilbao es una ciudad que no cesa de transformarse. De un pasado industrial a un presente moderno y vanguardista, la capital de Vizcaya ofrece una fusión de lo más tradicional del País Vasco, unido a una modernidad y estilo de vida muy diferente al resto de España, incluso a sus vecinas más cercanas de norte.
Si estás buscando una escapada cerca y de carácter único, Bilbao es un destino sorprendente, con un nivel cultural y urbanístico al nivel de cualquier capital europea, pero con el ambiente relajado y buen rollo característico de una ciudad menos estresante. Te contamos qué ver en una escapada de fin de semana a Bilbao.
El casco antiguo de Bilbao
Más conocido como el Casco Viejo o Siete Calles (zazpi kaleak), es la zona más antigua de la ciudad y sí, adivinas bien, de las más concurridas, animadas y encantadoras. Aquí fue donde nació la ciudad y es donde se respira el Bilbao más auténtico. Estas calles son: Somera (la calle más antigua de Bilbao), Artecalle (la calle del medio, cuando sólo había tres calles), Tendería, Belosticalle, Carnicería, Barrencalle y Barrencalle Barrena.
El entresijo de calles que conforma el Casco Viejo esconde atractivos como el de la Catedral de Santiago, la más antigua de la ciudad, remontándose al siglo XIV. El Teatro Arriaga, en tributo al compositor bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga (también llamado el Mozart español), es uno de los edificios más emblemáticos que se sitúan en la Plaza del Arenal.
La Plaza Nueva, una armónica plaza de arcos porticados y de estilo neoclásico es uno de los lugares favoritos de los bilbaínos para ir de “pintxos” y de “potes” (de vinos). Su profusión de bares, tabernas y restaurantes te lo pondrán fácil para probar los mejores pinchos de Bilbao.
A pocos metros de la Plaza Nueva se encuentra la Plaza de Unamuno, una de las más animadas del casco. Allí convergen las famosas Calzadas de Mallona (que conectan con la Basílica de Begoña), el Museo Vasco de Bilbao y desde luego, el Monumento a Unamuno. No está de más recordar que Miguel de Unamuno nació en la calle Ronda de Bilbao, en el barrio de las Siete Calles.
Bilbao o “Bilbi la vieja”
Se dice que en Bilbao, el curso de la ría marca la separación de dos mundos. Si en el margen derecho encontramos el Casco Viejo, en el izquierdo y un poco más al sur se halla “Bilbi la vieja”, una zona más industrial.
El efecto Guggenheim se ha hecho sentir en toda la ciudad y el cambio es evidente en este barrio, donde lo hipster se desdibuja con lo cosmopolita. Ya hasta se hacen paralelismos y algunos lo comienzan a llamar el Soho bilbaíno.
Opuesto al Mercado de la Ribera, la calle Marzana se alza como epicentro de este barrio, donde conviven locales de toda la vida con otros de aires más modernos. Dar un paseo por Bilbao la vieja se antoja imprescindible para constatar una de las mayores reinvenciones de esta ciudad, y de paso, aprovechar para salir a cenar (Ágape es uno de los locales emblemáticos de este barrio).
El ensanche
Bilbao encontró una vía de expansión más allá de la ría a principios del siglo XIX. La burguesía necesita un sitio donde reflejar su riqueza y la encontró en el ensanche, donde se pasó de las estrechas callejuelas del Casco Viejo y se hicieron amplias avenidas siguiendo el modelo de ciudades como París o Londres.
La Gran Vía es una de las principales arterias a conocer en el ensanche, así como la Plaza Moyúa, donde confluyen ocho de las principales vías del barrio. Aquí conviven las tiendas más elegantes de la ciudad, con todo tipo de ejemplares arquitectónicos y desde luego, los llamativos “fosteritos”, las modernas bocas del metro diseñadas por el afamado arquitecto británico Sir Norman Foster. Para un sitio emblemático de Bilbao, pásate por el Café Iruña, frente a los Jardines de Albia.
El Guggenheim y la ría
El Guggenheim de Bilbao marcó un antes y un después en la fisionomía de esta ciudad. El proyecto del prestigioso Frank Gehry, situado en un lugar prominente junto a la ría, no sólo puso a Bilbao en el punto de mira del mundo sino que creó un efecto dominó que transformó la ciudad por completo.
Así no seas amante del arte, vale la pena acercarse a disfrutar de los ángulos impredecibles y las formas más excéntricas de este increíble museo que en poquísimo tiempo se posicionó como símbolo de Bilbao, junto con la simpática y gigantesca escultura vegetal con armazón de acero llamada “Puppy”.
Getxo
En Bilbao y alrededores hay miles de rincones por recorrer y un fin de semana es imposible para ver y vivir esta ciudad. A pesar de estar un poco alejado del centro, Getxo se encuentra a apenas unos 20 minutos en coche y es un rincón bilbaíno que debería ser imprescindible en una visita.
Conocerás el pintoresco Puerto Viejo de Algorta y la playa de Ereaga, que ofrece un paisaje único de la costa vizcaína. La playa de Arrigunaga abre el camino para los románticos Acantilados de La Galea y el famoso Molino de Aixerrota, el Faro y el Mirador de Punta Galea, donde tendrás el Golfo de Vizcaya a tus pies.
Por último, disfrutar del inclasificable Puente Bizkaia, también conocido como el Puente Colgante, una de las estructuras más emblemáticas en Getxo. Se trata de un puente transbordador para personas y vehículos, que consigue unir la zona con Portugalete, sin interrumpir el tráfico marítimo.
Características que convencieron a la Unesco para declararlo como Patrimonio de la Humanidad en 2006. Su pasarela peatonal a 50 metros de altura ofrece una vistas sin desperdicio de toda la desembocadura de la ría del Nervión, una imagen inolvidable para una escapada inolvidable.