Cuando hablamos de cruceros nuestra mente suele sobrevolar el mar Egeo hacia las islas griegas, recorrer el Mediterráneo entre Barcelona y Venecia pasando por Niza y La Valeta, o remontar los gigantescos fiordos del noroeste noruego. Pero existen otro tipo de ofertas más exóticas a lo largo y ancho de los siete mares, y te invitamos a conocer algunas de ellas con nosotros.
Alaska y Canadá
Si no eres de bañarte en el mar y lo que te apetece es conocer glaciares y entornos naturales fuera de lo común, pueden embarcarte en un crucero que te lleve por Alaska, Canadá y EE UU. Los más completos pasan por Seattle, una ciudad estadounidense moderna conocida por ser la capital de la música grunge, rodeada de montañas, bosques, lagos y, por supuesto, mar.
También a orillas del Pacífico podemos fondear en el puerto de Victoria (Canadá), que ofrece paseos por bonitos jardines, como el parque Beacon Hill, cafés bohemios, su barrio chino y una exquisita oferta cultural.
Aunque los puntos más interesante de este periplo están en Alaska. Skagway y Ketchikan, por ejemplo, son pueblos de pequeñas casas de madera muy coloridas y un entorno natural de frondosos bosques y montañas que no dejan indiferente. Aunque el más impactante es la Bahía de los Glaciares, ideal para los amantes de la naturaleza por sus icebergs y el avistamiento de osos, ciervos y ballenas, entre otras especies.
Lejano Oriente
¿Te atrae el lejano oriente y no sabes cómo abarcarlo? Puedes empezar por un crucero. Recomendado durante los meses de primavera, permite atravesar el mar Amarillo y las costas de la China oriental para llegar a lugares históricos, como Keelung, en Taiwan, una ciudad fundada por los españoles en el siglo XVII. O la descomunal Hong Kong, donde poder disfrutar de la rica gastronomía cantonesa.
Incluso, existen algunos extensos que te ayudarán a conocer Japón y Corea del Sur con mayor profundidad, visitando ciudades como Otaru y Hakodate, al norte de las islas; Shimizu, con el monte Fuji de fondo; las callejuelas y los jardines de Kanazawa; la imponente Yokohama y la histórica Nagasaki. Así como la isla coreana de Jeju, un tesoro de la naturaleza con volcanes y cascadas dignas de visitar.
Australia y Nueva Zelanda
A comienzos de nuestro invierno, en el mes de diciembre, es el momento ideal de viajar a la otra punta del mundo y navegar por las costas australianas y neozelandesas. Existen circuitos de ida y vuelta desde Sidney que nos permiten visitar ciudades y entornos naturales paradisiacos en semana y media.
Localidades como Tauranga, Paihia o Auckland, con su costa ya en el océano Pacífico, cuentan con playas de arena blanca, aguas de azul turquesa y zonas de basta naturaleza, cascadas, cuevas y volcanes que pueden explorarse sin temor.
Y para aquellos que tienen más tiempo para el turismo, la ruta puede extenderse hasta Japón, pasando por Taiwan, China, Filipinas. Un viaje con el que podremos conocer unas cuantas culturas diferentes, disfrutando de su gastronomía y sus gentes sin renunciar a los lujos que nos aporta un gran crucero de estas características.
Ritmo Caribeño
Navegar por el mar Caribe poco tiene que ver ya con la piratería y mucho con unas vacaciones de sol, playa y relax. Se puede salir desde Miami (EE UU), donde podremos disfrutar de su arte callejero, su arena blanca y su barrio cubano. Y de allí, atracar en diversos puertos de Centroamérica, como el de Roatán (Honduras), con playas paradisiacas y bosques de manglares.
O el de Harvest Caye (Belice), un lugar ideal para bucear y poder observar uno de los arrecifes de coral más grandes del mundo. Y como dejar México fuera del trayecto: la isla de Cozumel y la Costa Maya son dos paradas obligatorias para el turista que busca desconexión entre aguas cristalinas y playas idílicas con grandes palmeras y pueblos de pescadores a su alrededor.
Rodeando el cono sur
¿Por qué no planificar unas buenas vacaciones de crucero antes de la llegada del invierno austral? Rodear el extremo más meridional del llamado Cono Sur, desde Buenos Aires (Argentina) hasta Santiago (Chile) puede ser una buena idea.
Es una forma diferente de conocer ambas capitales, pasando por la de Uruguay, Montevideo, donde predomina la arquitectura colonial y el art déco. Y donde, si el tiempo acompaña, se puede hacer un alto en el camino para bañarse en la playa.
Aunque el principal encanto de este viaje es su paso por Ushuaia, previo paso por las islas Malvinas. A un paso de la Antártida, en la isla Grande de Tierra del Fuego, está rodeada por la cadena montañosa del Martial y por un entorno natural envidiable de lagos y glaciares.