Lo primero que pensé al llegar a Cuba fue qué es exactamente igual a lo que me imaginaba. Todo está lleno de color, las calles, los restaurantes, los edificios… La gente es súper amable y te acoge con una sonrisa en la cara y los brazos abiertos.
En Varadero vimos el lado más salvaje de Cuba, dimos un paseo en lancha por el río Canímar y nos cayó el diluvio universal. Las vistas eran increíbles y con el calor que hacía casi que agradecí que nos lloviera, ¡fue divertidísimo! Eso sí, Marta agarró el timón y no lo soltaba ni loca, no me dejó manejar la lancha.
Visitar la finca de Nemesio también me sirvió para conectar con ese lado más natural… Es un hombre encantador que nos abrió las puertas de su casa y nos enseñó la hacienda, nos contó la historia del lugar… Y montamos a caballo que fue como volver a mi infancia. ¡Sin palabras!
Es hermoso ver cómo la gente, aun sin tener casi nada, es tan feliz. Son súper cercanos, te acogen en sus casas. En Casa Godoy, María nos hizo de comer un arroz con frijoles y pierna de cerdo que estaba buenísimo.
Yodelis, nuestra guía en La Habana, nos explicó durante el viaje cada rincón de la ciudad, nos contó su historia, la forma de vida de allí… Gracias a ella he conocido un poco mejor Cuba y me llevó un pedacito de ella en el corazón.
Pero lo mejor de Cuba, sin duda, es la sabrosura: de su comida, de su música y de su gente. Es tan contagiosa que hasta Marta sacó ese lado que más le cuesta enseñar, bailó en el Tropicana con mucho arte (aunque ella diga que no sabe, lo hizo fantástico).
Una de las mejores experiencias que me llevo de Cuba, fue poder conocer al gran Isacc Delgado, fue algo inexplicable e indescriptible. Aunque me quedé con las ganas de invitarle a tomar ron y que me llevará a bailar a un auténtico sitio cubano.
En fin, que no puedo explicar Cuba porque hay que vivirlo, beber su ron, bailar con ellos y aprender de su manera de ver la vida. Así que coge una buena crema solar, unos shorts y los zapatos más cómodos que tengas, que ¡yo también me apunto!
Corina Randazzo