Este post es un rápido recorrido por uno de los países que nos marcaron profundamente: Nueva Zelanda.
Decimos que es un rápido recorrido porque sería un destino del que nos pasaríamos horas hablando, debido a que es un destino que deja huella, tanto por sus paisajes, su cultura y como también por sus gentes. Os queremos enseñar las zonas más especiales para nosotros del país, unas más conocidas y otras menos visitadas, pero de igual modo, únicas.
Cape Reinga
Empezamos el recorrido por Cape Reinga (Isla Norte), el punto más septentrional de Nueva Zelanda, en donde dice la leyenda que los espíritus inician su viaje de regreso a sus raíces polinesias. Es en este punto del país donde se encuentran las aguas del Pacífico y del Mar de Tasmania, un lugar en donde la inmensidad te atrapa y te invita a reflexionar. Fue el primer lugar que visitamos nada más aterrizar y después de 6 horas de coche intermitentes: sin duda fue un gran comienzo.
Waipoua Forest
Otro de los lugares de la isla norte que nos enamoró fue visitar el Waipoua Forest, donde se encuentra Tāne Mahuta, que significa “Señor del Bosque”. Este árbol Kauri es el más antiguo del mundo. Se estima que tiene entre 1250 y 2500 años y es un gigante que sobrevive desde tiempos ancestrales en nuestro planeta. Encontrarnos con él fue como volver a los orígenes de la Tierra.
Waiotapu y Wakarewarewa
Descendiendo por la Isla Norte llegamos al centro, donde se encuentra la zona geotermal del país por excelencia: Rotorua. Aqui se encuentran Waiotapu y Wakarewarewa, ambas zonas volcánicas donde los lagos azul turquesa, géisers y lagos de color champán asombran a todo el que las visita.
Kaikoura
Saltando a la Isla Sur la primera parada es Kaikoura. Este es el lugar perfecto para los amantes de los cetáceos, ya que aquí suelen verse cachalotes, ballenas jorobadas, e incluso orcas, dependiendo de la época del año. Avistar focas, incluso desde la carretera, es lo más común, así que, aunque no sea un lugar muy turístico, es un imprescindible
Arthur’s Pass National Park hasta el Monte Cook
Cuanto más bajamos al sur, la isla va presentando todo su potencial, mostrando sus lagos y ríos que se alimentan del deshielo. Desde el Arthur’s Pass National Park hasta el Monte Cook, la cordillera ofrece un mundo de hielo. Aquí encontramos desde glaciares como el Franz Josef (de 12km de largo) hasta cordilleras de 3724 metros como es el Monte Cook.
Fiordland
Y por último, la guinda del pastel de la isla sur y el lugar con el que todos soñamos ir a Nueva Zelanda es Fiordland. Aquí, esculpido durante la época glaciar, se encuentra Milford Sound, en donde montañas, cascadas de 1000 metros y acantilados forman un paisaje de cuento.