Viajeras con B Jordania. Un viaje de aventuras milenarias con Silvia Abril.

Desde las orillas del río Jordán hacia el este se extiende el Reino Hachemita de Jordania, uno de los estados árabes de mayor desarrollo y de gran riqueza cultural e histórica que recientemente han visitado nuestras Viajeras con B. La humorista y presentadora Silvia Abril nos ha acompañado a descubrir una tierra cuya historia arrancó hace más de 4.000 años y que alberga numerosos lugares por los que merece la pena pasar.

Caminos milenarios que en su día atravesaron comerciantes y ejércitos de las diversas culturas que surgieron del Mediterráneo y en torno al mar Rojo: israelitas, hititas, asirios, persas, babilonios, griegos, romanos, musulmanes, cristianos, otomanos… Todos ellos han ido dejando su poso a lo largo y ancho de un territorio del que se han enamorado figuras tan reconocidas como Lawrence de Arabia, cuyo viaje por Jordania nos hemos propuesto rememorar en esta temporada de Viajeras con B.

Amán

Conocida como la Ciudad Blanca por el color de la piedra autóctona de sus edificios, la capital de Jordania está estratégicamente situada en un área de colinas localizada entre el desierto y el valle del Jordán. Con 1,5 millones de habitantes, en ella confluyen historia y modernidad.

La zona más antigua se encuentra en el centro, donde se pueden hacer compras en pequeños negocios tradicionales de artesanía y joyería. Algunas de las visitas más interesantes de la ciudad son las del teatro romano, en buen estado de conservación, el foro y la mezquita al Husseini, flanqueada por dos imponentes minaretes otomanos.

También es obligado el paso por la Ciudadela, donde se encuentran las ruinas del templo de Hércules y el Museo Arqueológico. Por otra parte, a unos 50 kilómetros de la capital están las ruinas de Gerasa, otra de las ciudades más antiguas de Jordania que merece la pena visitar.

Petra

Declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1985 y una de las Maravillas del Mundo desde 2007, la ciudad de Petra nunca debe faltar en la ruta de quien viaje a Jordania. Levantada en el siglo III a.C., fue la capital del antiguo reino nabateo y una importante punto de encuentro entre las rutas de la seda, las de las especias y otras que conectaban China, la India y el sur de Arabia con Egipto, Siria, Grecia y Roma.

A unos 200 kilómetros desde Amán, para llegar a ella hay adentrarse en el desfiladero del Siq, localizado entre el mar Muerto y el golfo de Áqaba. Este cañón, que mide algo más de un kilómetro de largo, protegía la ciudad de sus enemigos gracias a las murallas naturales formadas por sus impresionantes barrancos de unos 100 metros de altura.

Tras el recorrido por el desfiladero, de enorme belleza, se alcanza la fachada del Tesoro: Al-Khazneh, excavada en la roca de color rosáceo. Éste, sin duda, ha sido uno de los momentos del viaje que más hemos podido disfrutar. 30 metros de ancho por 43 de alto que fueron construidos y labrados en el siglo I para enriquecer la tumba de un importante rey nabateo. Pero no es lo único que se puede encontrar en el valle de Petra.

Además de la belleza natural de sus alrededores, en la ciudad hay unas 500 tumbas excavadas en la roca con complicados grabados que han sobrevivido a numerosos terremotos. Y también un teatro semicircular que, con toda seguridad, sirvió para el ocio de los nabateos 2.000 años atrás.

Wadi Rum

Jordania tiene un sinfín de posibilidades, que van desde bucear en el mar Rojo junto a las costas de Áqaba hasta adentrarse en el desierto de Wadi Rum. Este último territorio, ocupado por población beduina, fue el que enamoró profundamente a Lawrence de Arabia, durante la I Guerra Mundial y, por supuesto, a nuestras Viajeras con B.

Estos dominios de arenas, oasis y colores terrosos destacan por sus laberintos de rocas monolíticas que pueden alcanzar los 1.750 metros de altura. Puede ser sobrevolado en globo o recorrido en camello y en 4×4 (experiencias que os recomendamos de primera mano). Además, uno de los principales encantos de esta zona es la posibilidad que se ofrece al viajero de dormir en jaimas. Allí se recomienda disfrutar de una cena tradicional amenizada con música árabe bajo las estrellas del desierto.

Mádaba

A tan sólo 30 kilómetros de Amán se encuentra Mádaba, la ciudad de los mosaicos. Es conocida por el conjunto de teselas bizantinas y omeyas que en ella se encuentran, incluyendo un mapa de Tierra Santa del siglo VI. Está formado por dos millones de piezas de vivos colores de piedra autóctona, y cubre todo el suelo de la iglesia ortodoxa griega de San Jorge. Se calcula que el panel original medía unos 94 metros cuadrados, aunque hoy sólo se conserva una cuarta parte.

Aunque no es ésta la única obra que se encuentra en Mádaba. El mosaico de la iglesia de la Virgen y los Apóstoles, o los del Museo Arqueológico, muestran un abanico de formas y colores que abarcan desde flores y plantas hasta animales exóticos. También escenas mitológicas, de caza, pesca y agricultura y de otros quehaceres de la vida cotidiana. Cientos de paneles elaborados entre los siglos V y VI que están repartidos por toda la ciudad.

Por otra parte, muy cerca de sus dominios se encuentra el monte Nebo, donde la Biblia dice que murió Moisés y donde se asegura que el profeta Jeremías escondió el Arca de la Alianza. Allí se edificó la basílica de Moisés, del siglo IV y de estilo bizantino. Y a pocos kilómetros se puede divisar el Mar Muerto, en cuyas aguas hipersalinas merece la pena bañarse.

Si queréis vivir de primera mano esta aventura milenaria de extrema belleza, os invitamos a visitar nuestras más de 700 tiendas donde os propondremos el viaje perfecto.

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