Cuando aterrizamos en Cuba me pareció todo un poco caótico. El aeropuerto es un poco locura, pero fue pisar la calle y me invadió la alegría de la gente. Es una pasada como te coge la gente para bailar por la calle y es una fiesta non-stop. Tienes que venir con ganas de pasártelo bien porque esto es un no parar.
Una de las cosas que más me sorprendió es el contraste que hay entre la parte moderna de la ciudad y la parte más colonial, es como un choque entre el pasado y el presente que te hace sentir dentro de una película de los años 50. El día que montamos en el coche y dimos un paseo por La Habana viví una experiencia de película, parecía que Corina y yo éramos las protas de un film. ¡Fue una auténtica pasada! Al final, voy a pillarle el gustillo a esto de las cámaras…
Allí he tenido la suerte de conocer a grandes personas, pero sin lugar a duda, Nemesio se ha llevado un trozo de mi corazón. Es un señor encantador y si vais a Cuba, tenéis que visitar la Finca La Dionisia, una hacienda que era un antiguo cafetal. Nemesio nació allí y te cuenta la historia del lugar. Hay personas que te encuentras en los viajes que te hacen crecer como persona y es que él es puro amor.
También hicimos una parada en Casa Godoy, donde puedes comer y hospedarte. Está regentado por María y madre mía cómo cocina… Nos preparó arroz con frijoles y pierna de cerdo al horno con un mojo que estaba… ¡Aún se me hace la boca agua de pensarlo!
Ahhh… y conocimos al gran Isacc Delgado, un cantante cubano de salsa, que me sacó a bailar salsa, y encima, ¡está grabado! Yo me defendí como pude para adelante, para atrás… Y tengo que admitir que Corina me salvó el cuello en alguna ocasión, si no quizás me hubiera llevado algún que otro tomatazo.
Por mucho que os cuente, os recomiendo que vayáis a Cuba. Allí te das cuenta de que puedes ser feliz con muy poco y te hace reflexionar mucho sobre la vida.
Marta de Rojo Cangrejo