Son las 11:30 y el box estalla en aplausos. Acaba de concluir la última reunión entre los jefes de equipo y los pilotos. La consigna está clara: “No cometer errores y no caer en el nerviosismo, esto es muy largo”.
Y vaya si es largo… ¡24 horas! Un día completo. Un día en el que está en juego el trabajo de muchos meses. La ilusión de decenas de personas: pilotos, mecánicos, familiares, amigos, parejas… Un día que tuve la oportunidad de vivir como uno más del equipo.
Son las 11:40. Raúl, Guillem, Miguel Ángel y Joaquín se funden en un abrazo. Si todo va bien, apenas se verán a lo largo del día. “Ya os veréis en el podio”, sugiere un miembro del equipo. Todos sonríen.
A las 11:59 Joaquín se mueve nervioso en la pista. Los directores del equipo han decidido que sea él quien tome la salida. Los 51 pilotos se alinean a un lado de la recta, las motos en el otro. Cuando los jueces den luz verde, los pilotos deben correr hacia su montura, arrancar y salir lo más rápido que puedan.

El B the travel Brand Endurance Racing consiguió el viernes la pole position de su categoría y la 21ª posición en la general. Aunque en una carrera tan larga no importe demasiado, salir bien siempre es importante para la moral del equipo. Joaquín le da la razón a los jefes y adelanta a 8 pilotos en la salida. ¡Mejor comienzo imposible!
Pero las 24 horas de Montmeló son muy largas. Y muy duras… Miguel Ángel se desploma en el box tras su primer relevo. El casco es nuevo y le queda pequeño, le aprieta mucho. Ha pilotado durante 45 minutos conteniendo las ganas de vomitar.
Raúl no llega mucho mejor. La protección de su rodilla derecha se ha desintegrado debido al roce con el asfalto y se baja de la moto cojeando.
Son las 15:15 y el calor aprieta cuando Guillem sale a la pista. Con este relevo se completa el primer ciclo. Un ciclo que se va a repetir durante próximas 20 horas.

Los pilotos pierden entre uno y dos kilos de líquido en cada tanda (que dura 1 hora y 15 minutos aproximadamente), así que lo primero es hidratarse. Mucha agua y algo de fruta. Después se duchan y pasan por fisioterapia. La tensión encima de la moto es enorme y los músculos lo pagan. Por último, se tumban a descansar antes de volver al box. Siempre debe haber un piloto preparado por si ocurre algún imprevisto. En total unas 3 horas y 45 minutos de “descanso”.
La que no descansa ni un minuto es la moto. Los cuatro pilotos usan la misma. Un quebradero de cabeza para los mecánicos, que deben elegir una configuración que se adecue lo máximo posible a todos. Aunque el estilo de pilotaje sea distinto y haya diferencias de hasta 30 kilos entre ellos.
Y por si eso fuera poco, si el motor se rompe se acabó. No está permitido cambiarlo. La moto debe funcionar a pleno rendimiento durante las 24 horas que dura la prueba. Por eso el trabajo de los mecánicos (que también hacen turnos de 3 horas) es tan importante. Las 24 horas de Montmeló son un esfuerzo coral.

La tarde transcurre tranquila, sin sobresaltos. Los pilotos ruedan al ritmo que les marcan desde el «cuartel general». Los jefes del equipo no le quitan ojo a las pantallas en las que aparecen los registros de todos los participantes (posición, número de vueltas, tiempo de la última vuelta, número de paradas y tiempo total en boxes) en función de los cuales diseñan la estrategia a seguir (apretar para aumentar o recortar distancias, aflojar para conservar motor, etc.)
A las 21:30 comienza a caer la noche y con ella, llega el momento de la verdad. Después de más de 300 vueltas y 10 horas pilotando, el cansancio empieza a hacer mella. Todo el mundo comenta que es durante la noche cuando se decide la carrera.

Y las predicciones se cumplen. De los 51 equipos que participan, tan solo 4 han abandonado antes del anochecer. Mientras los que podemos permitirnos ese lujo dormimos, 13 equipos se despiden de las 24 horas de Montmeló. El resto se han pasado la noche inmersos en la rutina: pilotar, comer, ducha, fisio y dormir.

A partir de las 8 de la mañana, ya nadie duerme, por cansado que esté. El B the travel brand Endurance Racing llega a las últimas 4 horas de carrera con una cómoda ventaja sobre sus perseguidores y con un objetivo en mente: aparecer en «La Torre», es decir, colarse entre los 10 primeros clasificados de la general. Una meta muy ambiciosa, nuestro equipo compite con una moto de 600cc, mientras que la mayoría lo hace con motos de 1000cc.
A las 11:28 del domingo 8 de julio, el box entero vuelve a aplaudir. Justo antes del último relevo, el equipo se coloca 10º. Dos minutos después, Daviu le da el testigo a Raúl, que será el encargado de culminar la gesta.
«Es genial, pero cuando cruzas la meta. Antes de eso lo único que haces es escuchar ruidos extraños en la moto. Es el miedo de que todo se vaya al garete después de 23 horas y media…» . Con estas palabras definía Miguel Ángel el último relevo mientras desayunábamos unas horas antes.
No se si escucharía ruidos o no, pero Raúl cruza la meta a las 12:00 después de que la moto haya dado casi 700 vueltas al circuito de Montmeló. Todo el equipo aplaude y celebra mientras corren hacia el muro. No solo se ha vuelto a ganar la categoría SuperStock 600 por tercer año consecutivo, sino que se ha terminado la prueba en el 10º puesto de la general.

La alegría es inmensa. Abrazos, besos y manteos preceden a la ceremonia del podio. El equipo B the travel brand Endurance Racing y yo acabamos el fin de semana de la mejor manera posible. Bañados en cava.

Fotografías de Daniel Vela – Instagram @lifebelucky