Aquel amanecer de Riviera Maya

Publicado el 19 de enero de 2017

Cada vez que viajamos nuestra cabeza hace cientos de fotografías, es algo innato en el ser humano. Imágenes que quedan dispuestas en nuestra retina como una exposición de arte.

Estos recuerdos nos devuelven sonrisas, sentimientos de añoranza, complicidad, deseo… ¿Cuántas veces hemos querido regresar a una playa? ¿A la cima de aquella montaña? ¿Volver a abrazar a ese conocido que nos descubrió una historia? Ese es el significado de “viajar”. Regresar a casa cargando un saco de experiencias que te mantengan vivo hasta la próxima aventura y que actúen como anestésico contra la rutina.

Cuando viajamos en grupo, cada uno suele percibir el destino a su manera y hay opiniones dispares sobre lo que más nos ha gustado y lo que menos. Pero cuando todos coinciden en algo, es que la magia del lugar habla por sí sola. Así que, creo que aquel amanecer de Riviera Maya merecía este post.

El día comenzó con un madrugón a las cinco de la mañana. Cuando sabes que vas a formar parte de algo así, sacar el pie de la cama no supone ningún esfuerzo. Nos citamos todos en uno de los caminos del hotel Barceló Maya Grand Resort, nos recogió una camionetilla y el conductor nos acercó a la zona de la playa en la que veríamos el amanecer como una función de teatro. Y eso es lo que fue, una auténtica obra maestra.

Las chicas tuvieron un rato para ellas antes de empezar a grabar, tiempo que aprovecharon para contemplar la panorámica, hacerse algunos selfies y hasta probar algunas posiciones de yoga, aunque las lecciones de Corina hicieran que a Marta le terminase doliendo hasta el alma.

Por los ojillos de ambas diría que, como cada vez que nos encontramos con algo “hermoso”, como diría nuestra rubia favorita, extrañaron a quienes tenían a tantos kilómetros. ¿A quién no le gusta compartir momentos así con los que más quieres?

Hay que tener en cuenta que las chicas apenas se conocían. México fue el primero de sus destinos y, aunque ellas no lo sabían por aquel entonces, estaban empezando a construir la que hoy en día es una bonita amistad.

Ahora, casi cuatro meses después, se ha convertido en uno de esos recuerdos que seguramente les arrancará más de una sonrisa cuando lo vean.

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