Siempre he pensado que Isla Mauricio era el típico destino “de bodorrio” para parejas en su luna de miel. Un lugar de playas paradisíacas, hoteles de infarto y muchos corazoncitos… peeeeeeero no, ¡estaba muy equivocada!
Mauricio no solo es eso sino, ¡mucho más!
Un destino para todo tipo de turismo en el que puedes disfrutar de deportes de aventura, de la naturaleza, de templos alucinantes y, por supuesto, de sus increíbles playas paradisíacas y cócteles con sombrillita a pie de tumbona. La isla tiene un contraste entre el verde de la montaña y el azul turquesa del océano Índico que te deja con la boca abierta como un buzón de correos.
En el hotel Riu Le Morne, un grupo de músicos nos hicieron un recibimiento espectacular bailando segá.
Puede que te estés preguntando: ¿segá? ¿eso qué es?
Además de la consola con la que has pasado tres millones de horas en tu tierna infancia, el segá es el baile típico de Mauricio. Una danza muy sensual y colorida para destrozar la pista de baile o verlo de una prudente distancia si eres de cadera rígida, como yo.
Para explorar Isla Mauricio no te olvides de meter en la maleta… ¡el bañador! No te lo vas a quitar de encima, tanto para disfrutar de los deportes acuáticos como para darte un chapuzón en sus playas de aguas turquesas. Haz un hueco a las botas de trekking y algo de ropa de abrigo porque por las noches hace “fresquiviri”.
La gente es súper acogedora, te abren las puertas de sus hogares de par en par. Tan amable que ni cortas ni perezosas, nos metimos de lleno en el salón de la casa de una familia local con la que pudimos probar la gastronomía de la isla.
En Mauricio, comer con las manos es algo habitual, pero no estoy hablando de unas alitas de pollo, no. Lo mismo te ponen un plato de judías con bien de salsa que una crema de verduras, ¡no veas los malabarismos que hicimos para terminar el plato! Un baberito no nos hubiese venido nada mal…
Otra de las cosas más sorprendentes es el contraste de culturas y religiones que conviven sin problema. Hindúes, chinos, católicos y musulmanes habitan la isla con total normalidad. ¡Cuánto tenemos que aprender de los mauricianos!
Una de las personas que más me ha llegado al corazoncito en este viaje ha sido Kamal, nuestro conductor por la isla. Siempre, te juro que siempre, tenía una sonrisa en la boca. ¡Kamal for president!
Mi excursión favorita ha sido la Isla de los Ciervos, no solo por ser un lugar increíble, sino porque en ella he dado el primer paso para superar uno de mis miedos, ¡las alturas! Me he atrevido con el parasailing y lo he disfrutado muchísimo así que… ¡prepárate Indiana Jones que llega Marta!
Mauricio, ¡qué gratamente me has sorprendido! Espero verte de nuevo muy pronto ya que, si algo he aprendido de este viaje, es que no hay que dejarse llevar por las apariencias.
Isla Mauricio, mucho más que playas paradisíacas
Publicado el 3 de abril de 2017