Varanasi despierta entre una enorme pincelada de ‘Indian gold’ cargada de agua, que se abre paso de forma azarosa simulando la neblina sobre el papel. Este pigmento no podría representar de mejor manera los amaneceres de la India, con un punto intenso de naranja cadmio alzándose en el horizonte. El río Ganges hace de espejo mientras nos mecemos a lentas paladas por sus aguas, viendo como la vida y la muerte se dan la mano en la orilla.
Desde la barca se percibe cómo todos los colores del amanecer impactan sobre los viejos edificios, que marcan la división entre los ‘ghats’, escalinatas que conducen al río más sagrado para los hindúes. Sobre sus paredes el pincel puntea detalles en todos los colores de la paleta, que contrastan con las manchas grises de las nubes de ceniza de las cremaciones. El resultado es una página única en el cuaderno de viaje.
Varanasi es un lugar donde la vida y la muerte conviven como nunca antes habíamos visto. Las cenizas de los cuerpos quemados en la orilla se disuelven en el río, a pocos metros de donde los niños se bañan y juegan. En ese mismo sitio se hace la colada cada mañana y los fieles se asean (lavado de dientes incluido). Con sus túnicas naranjas y la piel pintada con un pigmento blanco los brahmanes –falsos y reales- recogen donaciones mientras entregan su existencia a la meditación.
DE LUGAR DE PEREGRINACIÓN A CENTRO TURÍSTICO
Siempre colorida y caótica, todas las estrechas calles de Varanasi desembocan en el Ganges. Lugar de peregrinación para los hindúes y para miles de turistas que comienzan o terminan en esta ciudad su ruta por el norte de India. Un destino que no deja a nadie indiferente, que te marca para siempre. Ni siquiera la llegada masiva de extranjeros en determinadas épocas del año resta magia a este encuentro con la India más mística.
Sin embargo, lo espiritual se mezcla por momentos con el negocio. Los ‘vende todo’ de Varanasi te asaltarán a cada paso cerca de los principales ‘ghats’ de la ciudad. Un apretón de manos inocente se convierte en segundos en el ofrecimiento de un masaje; una propina por hacer una foto a uno de los muchos supuestos brahmanes; o una donación ‘forzada’ si dejas ponerte una marca pasta de ceniza en la frente. Muchos han hecho de esto su modo de vida.
También negociarán duro para ofrecerte un paseo en barca por el Ganges: una de las principales atracciones de Varanasi. El mejor momento para vivir esta increíble experiencia es al amanecer (entre las 5.30 y las 6.30 de la mañana). La barca se mueve lenta entre palada y palada, como si el agua pesara más de lo normal. El reflejo de las barcas y de los fieles que se bañan en la orilla es hipnótico, como un mantra que invita a la reflexión.
QUÉ VER EN VARANASI
Además de este paseo en barca, Varanasi enamora por sus caóticos callejones, en los que se cruzan personas, carros y animales, con pintadas en las paredes anunciado todo tipo de negocios. De ahí se sale a los ‘ghats’, encarando el río sagrado y viendo cómo la vida transcurre a pocos metros de las pilas de madera en la que se quema los cuerpos de los muertos.
Las cremaciones se llevan a cabo en los ‘ghats’ de los extremos. Los hombres de la familia cargan con el cuerpo del muerto, cubierto de telas de color naranja y flores, hasta el río, donde mojan el cadáver con agua sagrada antes de ponerle en una pila con las mejores maderas que se pueden permitir para prenderle fuego. Allí, sin verter una sola lágrima, confían en que el muerto cierre en Varanasi con el alma limpia su rueda de reencarnaciones, la llamada Rueda de Samsara, y arrojan sus cenizas al río.
Asimismo, elevan sus oraciones a la famosa cúpula del templo dorado y acaban al caer la noche en la ceremonia de la Puja, un ritual en el que hombres santos con túnicas naranjas realizan cánticos y queman incienso durante una hora. Cientos de personas se sientan en el ‘ghat’ o en barcos sobre el río ‘Madre’ para disfrutar del espectáculo.
UNA ‘SEMILLA PARA EL CAMBIO’
En Varanasi trabaja desde hace ocho años la ONG española ‘Semilla para el cambio’, siempre dispuestos a enseñar a los turistas la otra cara de India. Más de 200 niños de los ‘slums’, los barrios más pobres de India, han dejado de trabajar en la calle y están estudiando gracias al esfuerzo de esta organización y de la gente que la apoya. También ayudan a las madres con proyectos que les garanticen una mayor independencia económica.
Junto a su directora, María Bodelón, entramos a uno de los barrios de chabolas en los que trabajan. Un campamento de casas precarias, rodeadas de una charca de residuos y plagado de insectos. Asha fue nuestra anfitriona en el ‘slum’, donde vive desde hace veinte años junto a su marido y sus cuatro hijos. Convencida de que la educación es la única opción para que salgan de ese lugar, trabaja duro para que los pequeños no tengan que ir en busca de los turistas por unas pocas rupias al día.
Pero no todos piensan igual y Bodelón reconoce que deben hacer un gran esfuerzo para que las familias comprendan los beneficios a medio plazo de este tipo de proyectos. Una lucha digna para mejorar un país por el que los turistas pasan de puntillas. Las pinceladas más grises de un lugar lleno de color.
India es un país que tiene mucho que descubrir y Varanasi es una de las paradas obligadas. Si quieres comenzar la aventura aquí encontrarás información y ayuda para organizarlo de la mejor manera.