Durante un año hemos seguido los pasos de Vicente Plédel y Marián Ocaña. Dos grandes aventureros que han recorrido 28 países por territorios desconocidos en coche. Les hemos acompañado junto a Catai y hemos podido hablar con ellos para conocer mejor su historia.
– ¿Quiénes son Vicente Plédel y Marián Ocaña?
Vicente: Comencé desde muy niño viajando con mi familia haciendo camping libre, así surgió mi amor por la naturaleza e ir a lugares hermosos con pocas comodidades. Mi viaje iniciático se produjo a los 14 años cuando recorrí con mi tía la entonces desconocida y lejana Islandia en un 4×4 y acampada libre. Este viaje despertó mi pasión por viajar a enclaves remotos. Seguí viajando por Europa en autostop y con Interail.
Marián: Nací en Ceuta, donde conviven cuatro culturas -la cristiana, musulmana, hindú y judía-. Inicié mi andadura viajera por Marruecos y Europa del Este. Cuando conocí a Vicente comenzaron nuestras travesías en vehículo propio por todo el mundo.
– ¿Cómo os iniciasteis en el mundo de los viajes?
Iniciamos nuestra pasión por explorar lo desconocido con medios elementales hasta convertirse en auténticas expediciones terrestres en 1992, cuando iniciamos la «Ruta de Alejandro Magno» desde España al Himalaya (7 meses, 65.000 km por 21 países de 3 continentes). Le siguieron otras muchas siendo las más importantes la «Ruta de los Imperios» (vuelta al mundo por tierra durante 4 años), “Ruta Confines de África” (6 meses y los 10 países de África Austral), «Ruta de los Vikingos» (Laponia), «Reinos Perdidos de África» (África Occidental), «Ruta Mehari» (rutómetros por Marruecos), «Civilizaciones del Desierto Olvidado» (Libia), «Ruta Lágrimas de Buda» (Afganistán, publicado libro), «Ruta Reina de Saba» (6 meses por Arabia y África Oriental, publicando el libro “Tras las Huellas de la Reina de Saba”) y continuamos realizando grandes rutas como la que acabamos de finalizar recientemente “La Ruta Gengis Khan”.
Trabajando juntos hemos recorrido casi 120 países y realizado una prestigiosa trayectoria de expediciones a través del mundo y entre los dos cubrimos todos los aspectos que requiere una expedición. Marián es la responsable del área de historia, geografía, etnología, religiones, del mundo femenino allí donde está vetado a los hombres, cronista y responsable de los guiones y de las grabaciones para ser difundidas en documentales, canal YouTube y programas de viajes. Por otro lado, Vicente es el diseñador de las rutas, fotógrafo, cronista, redes sociales, responsable del área de arte y arquitectura y logística.
– ¿Cuál fue el motivo de elegir esta ruta?
El continente asiático es nuestro continente favorito. Y esta ruta reunía para nosotros todas las características imprescindibles para convertirse en una expedición asombrosa. Nos apasiona la naturaleza, las vivencias humanas con culturas diversas y la historia. Así que “La Ruta Gengis Khan”, cuna del legendario conquistador, con el objetivo de llegar Mongolia nos iba a proporcionar, como así ha sido, infinitas experiencias humanas sorprendentes y enriquecedoras con un sinfín de pueblos, culturas diversas y espectaculares recorridos naturales.
– ¿Cuánto ha durado el viaje y qué países habéis recorrido?
La expedición ha transcurrido a lo largo de un año y hemos recorrido 28 países. De los cuales, para nosotros, los tres tops han sido Tayikistán, Mongolia y Omán. Y la experiencia humana más intensa y conmovedora nos la ha proporcionado Irán y en el Kurdistán de Irak, donde la hospitalidad y cariño que estos pueblos te ofrecen no tienen parangón.
– ¿Qué sensaciones os ha trasmitido el viaje?
El viaje nos ha transmitido, como todas las expediciones que hemos realizado hasta hora, que no hay que parar de viajar por el mundo para conocer de verdad por ti mismo cómo son las personas y los lugares. Y así poder desterrar todos los prejuicios y verdades a medias que los medios de comunicación nos cuentan. La mejor experiencia es vivirlo en primera persona in situ.
– Al viajar en coche, ¿habéis encontrado alguna dificultad? ¿Pensasteis en retiraros en algún momento?
Ir en todoterreno totalmente equipado es la mayor ventaja de este tipo de rutas. Toda la exploración está en nuestras manos al no depender de nadie. No sólo elegimos el itinerario con total libertad sino que llevamos muchas provisiones y agua para ser totalmente autónomos durante mucho tiempo. Nos alojamos en una tienda sobre el vehículo y podemos llevar todo tipo de material para alcanzar cualquier punto que nos propongamos. Eso nos permite alcanzar lugares inverosímiles y que tengamos vivencias extraordinarias encontrando bellos parajes de soledad absoluta o pueblos ignotos en lugares de difícil acceso.
Y jamás hemos pensado en retirarnos, a pesar de las dificultades que han ido surgiendo. En Mongolia, por ejemplo, se adelantó el invierno y poco después de entrar en el país recorrimos prácticamente todo su territorio nevado y con temperaturas de hasta 20º bajo cero. En Tayikistán, con pasos de montaña a más de 4.000 metros de altitud en la cordillera del Pamir, y tras la gélida experiencia de Mongolia con el frío y las nieves, seguimos adelante superando las altísimas y frías montañas conviviendo con la población local en sus humildes viviendas y conseguimos recorrer uno de los países que más nos han impresionado de la expedición.
– Nos podéis contar alguna anécdota del viaje.
Precisamente por el tremendo frío que nos hizo en Mongolia, el gasoil del vehículo en el que viajábamos se congeló y el coche no arrancó porque durante la noche alcanzó los 20º bajo cero. Gracias a la ayuda de la población de Mongolia y de un soplete conseguimos descongelar el gasoil y seguir el viaje.
Las acampadas libres a veces tienen sorpresas nocturnas. En Omán nos rodeó la policía mientras dormíamos acampados en un palmeral, estaban de patrulla, verían el vehículo entre las palmeras y decidieron cerciorarse de que éramos «inofensivos». Tras la identificación y casi 30 minutos hablando por radio, nos dejaron seguir durmiendo en ese lugar tan paradisíaco.
También cruzamos Irak y el caso fue al revés. Acampamos por libre cerca de Erbil y en lo mejor del sueño nos despertó un grupo armado. Eran militares, por nuestro vehículo sabían que éramos extranjeros y nos dijeron que era una zona insegura, que no podíamos dormir ahí. La solución, irnos con ellos y acampar en su recinto. Allí estuvimos 3 días durmiendo porque durante el día explorábamos y visitábamos la zona y antes de llegar la noche regresábamos al campamento militar para pernoctar en su recinto.
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