La incertidumbre, los nervios y esa ilusión que te cosquillea por el estómago y te dibuja una sonrisa tonta. Así, como quien está a punto de cumplir un sueño, me embarqué en esta aventura que ha sido ‘Viajeras con B’.
Cuatro meses intensos, llenos de experiencias y aprendizajes en los que he tenido la oportunidad de hacer las dos cosas que más me gustan en la vida: viajar y pintar.
Acompañada por mujeres maravillosas, he recorrido lugares increíbles y he vivido momentos que me van a acompañar el resto de mi vida. Las auroras boreales, la chamán y su magia, bucear entre corales o la respiración de los delfines a menos de un metro de mí. Instantes así hacen que todo merezca la pena.
He descubierto una Mallorca diferente, llena de arte y cultura. Recuerdo a Guillermo, el patriarca de la familia, que a sus 75 años sigue tintando a mano con mimo los hilos con los que tejen desde hace tres generaciones las lenguas mallorquinas más famosas de la isla. Y a Bulerías, ese caballo Menorquín de mirada tímida que me robó el corazón nada más conocerlo.
No pude evitar enamorarme de la bella Lisboa, con esas callejuelas llenas de historia y nostalgia en las que la música suena para llenarlo todo de luz. Los fados, las playas de Ericeira, y la voz de Ruth entre esas guitarras pintadas erizándonos a todos el alma.
También guardo conmigo la rosa de madera tallada por aquel ebanista de Jaipur en la India. Un país de color y contrastes que te remueve por dentro y te deja una huella imborrable.
Pero también ha habido tiempo para jugar en Disneyland París de la mano de Gael y sus hermanos. Ellos me regalaron momentos que te devuelven la perspectiva y la inocencia que no deberíamos perder nunca. Ver la sonrisa de Pablo y esos ojos llenos de ilusión al conocer a Mickey Mouse, fue uno de ellos.
Y luego llegó Laponia, con esa belleza imponente y sus paisajes de cuento. Un lugar de magia y leyendas en el que he vivido alguno de los momentos más especiales de toda mi vida. Jamás olvidaré a aquella chamán bajo ese cielo ártico tocando el tambor Sami (llevo siempre conmigo el amuleto que me regaló).
Zanzíbar puso el broche de oro a este periplo. La isla de las especias y las personas bonitas nos acogió con los brazos abiertos y nos calentó el corazón en pleno invierno.
He aprendido a pescar en el hielo, a navegar por el Índico y a conducir una moto de nieve a través de la Tundra finlandesa. Pero sobre todo he aprendido de cada una de las personas que he conocido en esta aventura, a superarme a mí misma y a disfrutar de la travesía sin buscar más destino que el propio viaje.
Y es que, como decía Marcel Proust, ‘el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos’.
Nadia Benyahya
El próximo 4 de mayo de 2019 se emite en La Sexta el primer capítulo de esta 3ª temporada cargada de aventuras. ¡No te lo pierdas!